jueves, 29 de marzo de 2012

El prodigio de ser hombre
Que le da la vida a quien despierta.
Todo el mar y las montañas
Para su soledad inevitable.
No llora, pero en el corazón dejó anclado su destino
Y dijo adiós sin querer a su pasado
Movido por el fuego inmortal de la existencia.
Cada paso, en el camino a casa que nunca llega
Palpando las hojas, los animales y el misterio.

En el pecho, hacia el centro después de la batalla
Del corazón que emana blanco entre los escombros
Encontrarán ustedes,
Los hijos del Cielo y de la Tierra
Aquello que dará sentido a la guerra y la agonía.

Descálzate los pies y anda
Siente mojar tu cuerpo en el agua
Conquista tu soledad
Y sé digno de la eternidad de tu espíritu.
Que del terror ya solo quedará el recuerdo,
La nostalgia será la sombra de la luz de la sabiduría.
Y toda la Creación
Con sus astros y su noche
Serán testigos de aquel día
Donde bailarás para la muerte.

Al sol del ocaso, al frente del mar
En tu lugar más querido.
Volverás a la casa de la vida
Que se iluminó con tu existencia.
Todo retornará al silencio
A la espuma de la olas que llegan a la orilla,
A la línea del horizonte
Donde el sol se apaga para nacer de nuevo.